miércoles, 21 de julio de 2010

Adairia y Lobo..


De pronto siento que algo me empuja, tengo que hacerlo! necesito hacerlo! no aguanto un solo día mas sin saber quién eres, cómo eres, necesito conocerte ya!

Salgo de la cueva rápidamente, cojo las llaves del coche, un coche que no es mío y escapo de casa para ir hasta donde estas, una hora y media de camino nos separan te llamo y te digo que que dentro de un par de medias horas me tendrás a tu lado, tu gritas, y lo único que atinas a decir es que no te lo crees, cuelgo el teléfono y la única idea que tengo en mi mente es, y si no soy lo que espera? y pienso... es mejor conocerse ahora que dentro de uno o dos meses, ya que para entonces nos habríamos creado unas imágenes de cada una, puede que demasiado superficiales y tan diferentes a la realidad,por lo que creo que este es un buen momento para conocernos.. antes de que pase cualquier cosa que pueda fastidiar la imagen creada ya.

Recorro los kilómetros que nos separan y aunque nunca había ido sola por estos lugares no tengo miedo, no tengo miedo a que me pase algo en la carretera, ahora el único miedo que me ronda es el del rechazo hacia mi persona por tu parte.

Pero llego, espero y tu estas ahí, impresionante, con una belleza sin igual.
todo el camino pensando ¿qué voy a hacer cuando la vea? y lo único que pude hacer inmediatamente fue abrazarte, sentirte tan cerca con la única intención de no dejarte ir...

Por fin pude tenerte junto a mí,y espero que esto sea real..y no un simple sueño como el que cuento..

martes, 13 de julio de 2010

Tu mata de pelo.

(este es un poema que me ha dicho mi tío que no encontraba en ningún sitio, un poco triste, pero bonito, espero que os guste)



Era chiquita y bonita como la flor del almendro
¡Almendrito, almendrero!!
Zarcillitos de alforja columpiaban el viento,
Como la flor del almendro ¡ay si! Como la flor del almendro ¡ay no!
Vino el relente marcero y el almendrito se heló.

¿Y ahora dime buen amigo que haré yo, tan solito y sin compaña
que me dé conversación?

Flores de almendro, flores de almendro en la frente, en los carrillos y en la punta de los dedos.
Era aquella la que un día dijo al pasar, el barquero…
Una mano en la cintura y otra mano en el remo,
-que a las muchachas bonitas no le cobraba dinero-.
Y aunque nunca e lo dijo yo sé bien que e quería , calle abajo, calle arriba
Para verme de venir el visillo levantaba su mano de serafín
Y cuando ya estaba lejos para que no me marchara
Muy despacio y serenita se salía a su balcón, y mirándome de rabillo
Bordaba en su bastidor.

Válgame dios de los cielos la virgen de los Palmares y el que inventó los tormentos..
Qué bonita era su cara y que bien hecho su cuerpo; como plata cordobesa de las manos de un joyero, delgadita de cintura como junco marinero, los ojos como una mora, y el colorcito moreno.

¡Ay! El colorcito moreno.
Los pies como los milagros de azabache el negro pelo
Y en la boca le brillaban piñoncicos, piñoneros.
Dieciséis años tenia, dieciséis capullos tiernos, y de llamaba Francisca Sánchez Romero hija de don Juan Antonio, coronel de un regimiento.

Yo me quería casar contigo, soñé despierto, en vez de tu igual yo no era, mas que un mocito barbero, y tus padres te querían monjita en un monasterio.

Una tarde de verano, ¡Dios, como la recuerdo!..

Una tarde de verano, te sacaron de paseo eras una nube blanca entre nubarrones negros;
Mantilla de tafetán , y jubón de terciopelo, pulseritas en los brazos y anillitos en los dedos.
Desde el aguan del maestrante vide salir el cortejo.
Con el sombrero en la mano yo iba siguiendo a lo lejos calle de las cuatro fuentes, como quien sigue un entierro.

Al revolver una esquina estaba el convento abierto, salieron todas las monjas, todas vestidas de negro… en dos filas las profesas, la abadesa presidiendo con un báculo de plata y una cruz verde en el pecho ¡todas las monjas, que pena! Todas vestidas de negro te cogieron de la mano y te llevaron pa’dentro… te empezaron a quitar los adornos de tu cuerpo.
Adiós, pulseras y anillos que ya nuca mas os veo, en aguas encañonadas y encajes de tanto precio, mantilla de tafetán y jubón de terciopelo, abaniquito de nácar y broches de camafeo, zapatitos de charol y gargantillas del cuello.

Pero lo que mas sentía era tu mata de pelo. ¡ no la cortes abadesa! ¡ no la cortes que me muero!...
Tijeritas de oro y plata, tris, tras ¡no me oyeron! Tris ,tras, tris tras, y a mi me cortaban venas tendones y nervios.

¡que estarás haciendo ahora, Francisca Sánchez Romero, que ahora dicen que te llamas, María del Sacramento: entre un sauce y un ciprés, entre un pozo y un lucero, cavando estarán tus manos tu sepultura en el huerto, presa en la cruz de tus rejas y amortajada en tus velos.

¡ay de tu cintura fina como junco marinero! ¡ay de tu color moreno! ¡ay de los ayes del mundo! ¡ay de tu mata de pelo! Francisca Sánchez, Francisca Sánchez Romero.!
Lo que mas sentías tu era tu mata de pelo, negra, sedosa y tan larga que te llegaba hasta el suelo; como un pedazo de noche, caída del firmamento.
Tu mata de pelo ¡Ay! Quien la tuviera ahora para enroscársela al cuello.